sábado, 15 de mayo de 2010

Mario salió a la calle y se encaminó hacia la parada del autobus deseando que la espera no fuera larga. No quería llegar tarde. Era muy importante que causara buena impresión. Su futuro dependía de ello. Esperaba no haberlo perdido. Aquella ciudad no era muy grande, pero sí mucho más que el pueblo en el que había vivido. De todas formas, se encontraba muy lejos de su destino. Consultó su LOTUS, comprobando con alivio que todavía era pronto, y clavando sus ojos en el suelo,ocupó el único asiento libre que quedaba en la marquesina, entre una señora y una muchacha de unos veinte años aproximadamente que se manteía ocupada leyendo un libro de texto. Mario levantó la vista poco a poco y sus ojos se detuvieron en la chica y la recorrieron de arriba y abajo, hasta que se dió cuenta de que ella le estaba mirando. Entonces, sintiendo que se sonrojaba, apartó la mirada de ella y posó de nuevo sus ojos en el suelo deseando que el autobús no tardara en hacer su aparición. En aquel instante, un ruido le sobresaltó y levantó la mirada del suelo para ver qué ocurría. La señora se levantó de su asiento, acababa de llegar el autobus que la llevaría a su destino. Subió a él y trás pagar el billete, las puertas se cerraron y el bus continuo su ruta. Deseoso de romper aquel silencio tan incomódo,Mario se llenó de valor y de nuevo clavó su mirada en la muchacha, que interrumpida por la llegada de aquel bus, había dejado su lectura. Mario tragó saliva y conmás seguridad de la que nunca había tenido en sí mismo, se levantó del asiento y se sentó al lado de ella dispuesto a entablar con ella una conversación.

- ¡Hola!, soy Mario ¿qué tal?- le dijo mostrando la mejor de sus sonrisas. La chica le miró en silencio y sin articular siquiera una palabra, le devolvió la sonrisa. A continuación bajó los ojos y se concentró de nuevo en el estudio. A pesar de no obtener respuesta, Mario no se rindió y siguió en su empeño por charlar con ella. Se sentía nervioso e incómodo por aquel silencio. - ¿Cómo te llamas?. Eres una chica muy guapa-prosiguió. Y mientras decía aquellas palabras sintió de nuevo que el rubor invadía sus mejillas y bajó la cabeza para evitar que ella lo notara. Era un chico muy tímido y aquella era la primera vez en mucho tiempo que se atrevía a hablarle a una mujer. Reuniendo todas las fuerzas de las que fue capaz, la miró de nuevo. Esta vez con seguridad. Y entonces como movida por una extraña fuerza, la chica levantó los ojos de su libro y sus ojos se encontraron unos ojos azules llenos de curiosidad, de amabilidad, que la estaban mirando. Y fue entonces cuando aquella chica con una voz muy dulce le habló por primera vez.

- ¡Hola!, me llamo Eva-le dijo tendiendole la mano- Encantada de conocerte Mario-continuó la voz. Mario se volvió hacia ella, la miró y con una sonrisa le dijo- Encantado Eva- y estrechó su mano con suavidad, sin dejar ni un solo momento de mirarla. Era como si estubiera hechizado. No podía dejar de mirarla. Eva era guapisima y tenía una voz maravillosa. Eva también le miraba y le estaba sonriendo. En silencio continuó observando cada parte de su cuerpo. Tenía el cabello moreno y largo con un flequillo desfilado que ella no dejaba de colocarse, pues el viento envidioso de sus ojos hacia que el flequillo se los tapara impidiendole ver. Continuó con su exploración del cuerpo de Eva, sintiendo como ella también analizaba detenidamente cada parte de su cuerpo, moviendo los ojos arriba y abajo constantemente, intentando descubrir más de aquel muchacho que estaba sentado a su lado. En aquel mágico momento, un ruido les devolvió a la realidad y, como movidos por una fuerza sobrenatural, ambos levantaron la vista del otro buscando su procedencia. El autobus acababa de llegar. Mario comprobó la dirección. Sí, esta vez era el suyo. Consultó la hora. Todavía llegaba, menos mal. Se levantó de su asiento y fue hacia el bus. Pero antes de subirse, diriguió la mirada atrás deseando que Eva también subiera. La vió sentada, de nuevo estudiando, pero al sentirse observada de nuevo levantó la vista y sus ojos volvieron a encontrarse. Mario la miró por última vez. - Hasta luego Eva- le dijo con su voz más dulce- Ha sido un placer haberte conocido. Espero volver a verte algún día. Y sin más, subió al bus, cuando este ya arrancaba. El ruido del bus le impidió oirla- Adiós Mario- Eso espero-gritó Eva desde la distancia.

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