sábado, 15 de mayo de 2010

¡Guau! eso había sido un flechazo, pensó mientras se concentraba de nuevo en su libro.

Qué fuerte había sido lo de la parada del bus, pensaba Mario. Era una lástima que Eva no hubiera cogido aquel bus. Le hubiera gustado descubrir más cosas de ella. Mario pulsó el botón para solicitar su parada. La siguiente era la suya y solo faltaba que se la pasara. El bus se detuvo y Mario bajó de él. De nuevo consultó su LOTUS. Ya casi era la hora. No debía de estar muy lejos del edificio.

En aquel instante, llegó el bus de Eva. El mismo que todas las mañanas le llevaba hasta la facultad de periodismo donde asistía a clase. A Eva no le gustaba tener que esperar siempre durante largo rato el bus, pero hoy la espera había merecido la pena. Se levantó de su asiento, cogió los libros, subió y despues de pagar el billete, se sentó en la fila de siempre, junto a la ventanilla y se puso a observar el paisaje. En la siguiente parada una chica rubia de más o menos su edad subió al bus y despues de pagar su billete ocupó el asiento libre que había al lado de Eva.

¡Hola Eva!- la saludó, regalándole una sonrisa- ¿Qué tal estás?- prosiguió la muchacha sin dejar de mirarla. Eva levantó los ojos de su libro y le sonrió.- ¡Hola Ruth!-respondió esta.-Muy bien- prosiguió.- No te vas a creer lo que me ha pasado esta mañana- continuó la muchacha morena. Guardó su libro en la mochila y le contó a su amiga con una sonrisa su encuentro con Mario. Como sus ojos se habían detenido, primero con timidez y luego con seguridad, en ella y habían recorrido su cuerpo y finalmente como ella lo había examinado a él. Ruth la escuchaba con incredulidad con los ojos posados en ella, sin ni siquiera pestañear. - Es guapisimo- le aseguró Eva. - Desde luego las hay con suerte- aseguró su amiga con un suspiro, y añadió a continuación- ¿Y qué sabes de él?. Eva le dedico una sonrisa y en aquel momento se dió cuenta de que solo sabía su nombre.

Un edificio gris se erguía delante de sus ojos. Mario sacó el papel del bolsillo de su chaqueta y comprobó la dirección. Sí, era allí. Cruzó la calle, mirando a ambos lados, solo faltaba que le atropellaran y aquella oportunidad se desvaneciera en el aire, y entró en el edificio. Miró a su alrededor preguntándose dónde sería su entrevista. Aquel edificio tenía varias plantas y era enorme.

- Buenos días, ¿puedo ayudarle?- ¿A quién busca?- le preguntó una voz. Mario se giró sobresaltado y vio a un hombre de edad mediana que estaba sentado en una mesa a pocos pasos de él. - Sí, por favor- respondió Mario sin vacilar y dirigiendose hacia donde se encontraba el hombre.- Busco al señor López- Tengo una entrevista con él- prosiguió el muchacho. - Veamos- dijo el hombre consultando la agenda que había sobre la mesa- ¿Es usted Mario Espinosa?- prosiguió. - Así es- dijo el joven asintiendo con la cabeza. - Entonces coge ese ascensor, dale a la planta dos y estarás en la oficina del señor López- contestó el conserje. - Muchas gracias- dijo Mario y siguiendo sus instrucciones llegó a una sala muy grande donde un hombre le estaba esperando. Mario se acercó a la mesa y llenó de seguridad le tendió la mano. - Buenos días señor López- saludó el muchacho. - Soy Mario Espinosa. Me citó usted para una entrevista- prosiguió este. - Buenos días señor Espinosa- respondió el hombre estrechándole la mano. -Por favor tome asiento y digamé ¿qué experiencia tiene con los medios de comunicación?- añadió el señor López.
-Tengo un par de cursos. Uno de audiovisuales y otro de sonido- respondió el joven obedeciendo su ofrecimiento. - Y a trabajado en alguna empresa, programa,... dedicada a tal fin?- insistió el hombre. - La verdad es que sí. Tube un trabajo detrás de las cámaras para un programa de televisión en un canal no muy conocido- respondió el encuestado.- Entonces tiene usted experiencia- prosiguió Álvaro, y añadió a continuación- ¿Puede dejarme su curriculum por favor?. Mario abrió su carpeta y sacándo su curriculum se lo extendió al hombre que le estaba entrevistando.- Muy bien. Veo que estubo usted un año trabajando para dicho programa y que aparte tiene dos cursos - dijo el hombre sin apartar la vista de su curriculum. - Por lo que veo usted no aporta información detallada del campo para el que trabajo.- dijo el hombre apartando la vista del papel y mirando a Mario con firmeza añadió- ¿Le importaría decirme qué tipo de programa era ?. - No faltaba más- respondió Mario-El de televisión era un programa de prensa rosa, yo grababa desde detrás de las camaras pero nunca entrevisté a nadie- respondió el chico con claridad. - Interesante- respondió el hombre- y ¿A usted cuál es el campo dentro del periodismo que más le interesa?- preguntó, dejándo el currículum junto a los demás que tenía y sin dejar de mirar al chico. - Los deportes-respondió Mario sin ni siquiera pensarlo- Me gustaría trabajar en ese campo- añadió a continuación. - Muy bien. Es todo- contestó el entrevistador levántandose de la silla, al tiempo que le tendía la mano.- Ya le llamaremos.- Gracias- respondió Mario y estrechó aquella mano con firmeza. A continuación se diriguió al ascensor. Una sonrisa iluminó su cara. No le había ido tan mal, Álvaro le había dicho que le llamaría. De pronto recordó que aquello no significaba nada y que era lo que siempre se decía, y la sonrisa se desvaneció de su rostro. La puerta se abrió. Había llegado abajo. Miró el reloj, había sido una entrevista corta, muy corta en realidad, y salió al exterior. El sol brillaba con fuerza, con la misma con la que él había estrechado la mano del señor López.

El autobús se detuvó. Ruth y Eva se despidieron del conductor y continuaron su camino hacia la facultad, recordando que aquel era el último día de clase. Al día siguiente empezaban las prácticas del segundo año.

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