miércoles, 12 de mayo de 2010

ÉL

Mario miró la hora del reloj era medianoche y no conseguia dormir. Solo era capaz de pensar en una cosa: en ella, en cómo ella se había ido de su vida para nunca volver, desapareciendo sin dejar ningun rastro de su mera existencia. De pronto una caprichosa lágrima se asomo a sus ojos verdes.Estaba llorando. Había pasado mucho tiempo pero todavía no había logrado olvidarla y estaba seguro de que nunca la olvidaría. Tan especial era para él, tan única, que solo podía preguntarse una y otra ¿Por qué? ¿Por qué aquella chica había desaparecido sin decirle nada?, ¿Por qué él había sido tan cobarde?. Muchas veces pensó en decirle que moría por ella. Que ella era toda su vida. Que su sonrisa era lo más bonito del mundo. Sin embargo, nunca fue capaz de hacerlo, quizá por miedo de recibir un no, tal vez por temor a su rechazo. Ahora ya era demasiado tarde. Ella había desaparecido, simplemente se había desvanecido y con ella el azul de sus ojos y su bonita sonrisa. Aquella sonrisa que se había clavado en su cabeza y en el fondo de su corazón y que parecía empeñada en no abandonarlo nunca. Mario le dio la vuelta a la almohada, le gustaba el lado frio sino no era capaz de dormir, y probó de nuevo a intentar conciliar el sueño, aunque sabía que no podría escapar de volver a soñar con ella.

1 comentario:

  1. ola!!!

    bienvenida al mundo de los blogs!! sigue escribiendo y pasate por el mio!!!


    XDDD

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